martes, 23 de julio de 2013

¿Importan los gráficos?

Siempre que recomendamos un videojuego existen decenas de preguntas que nos hacen acerca de los que estamos hablando. Siempre hay que contestar si nos gustó o si está difícil o incluso si deseamos prestarlo. Pero la pregunta que siempre nos perseguirá es: ¿Qué tal están los gráficos? Esa pregunta que puede ser decisiva para muchos de comprarlo o no. Sin embargo, para calificar videojuegos, ¿realmente importan los gráficos?

Un videojuego se mide en grandeza por las veces que nos divirtió, nos hizo sufrir con un jefe final, no permitió que nos despegáramos o incluso nos dio hasta pánico jugarlo porque sabíamos que el reto era mucho mayor del que creíamos poder soportar. Las historias que se nos presentan deben de ser tan envolventes que el videojuego en si, haga que nos olvidemos del mundo real. Pero no siempre hay historias, a veces hay solo niveles que pasar, torneos que ganar o hasta cubos que colocar. No en todos se mata, recolecta o descubre, ni tampoco todos tienen un protagonista como tal. 

Pero lo que todos tienen, son gráficos. Desde la perspectiva de un gamer "old school", estos no influyen para nada en la historia y mucho menos en la emoción que inyectan, pero no olvidemos que cuando salieron las primeras consolas sabíamos de lo que era capaz la tecnología, y aún así disfrutamos aquellos juegos con el conocimiento de que lo que veíamos no sería impactante, y hoy en día, con el avance que se tiene, nos impresionan menos. Sin embargo, en ese tiempo no esperábamos mucho. Y gracias a la historia, obteníamos más, es decir, los desarrolladores en aquellos tiempos sabían que su imaginación tenía que ser mucho más grande que la usada al programar, pues por la parte visual no había demasiadas posibilidades de enamorarnos. Sin embargo a pesar de las limitaciones que se tenían en ese tiempo, nos encantaba lo que veíamos. Lo amábamos al punto de que hoy lo vemos y nos sigue pareciendo fascinante. Hemos crecido junto a esos personajes de antaño y ahora nos gusta mucho su apariencia aún más humana, pero nunca dejarán de ser en nuestro recuerdo de 8 bits.

Y ahora está la perspectiva contraria. Donde las historias importan mucho pero los ojos deben de llenarse con imágenes y movimientos rayando en lo real. A veces incluso querríamos estar nosotros en el juego y todo lo proyectado sea como escaneado de la realidad. Y por supuesto que es válido pues nadie nunca dijo que las grandes historias están peleadas con los gráficos perfectos. Y las compañías nos lo han demostrado creando videojuegos que son tan buenos a la vista, que a veces hasta la historia pasa a un lado por un momento. Ahora la tecnología utiliza humanos reales para capturar sus movimientos y que lo visto en pantalla sea inigualable. 
Pero todos estos esfuerzos por parte de los desarrolladores son nulos si no cuenta con factores tan importantes como la historia, la jugabilidad, la dificultad y un final de antología. No basta con matar al malo y que una explosión de niveles atómicos invada el televisor. Tenemos que gritar por la victoria, saltar de nuestros asientos y ver al resto del mundo diferente ahora que somos vencedores.

¿Importan pues los gráficos? Importa la adrenalina segregada, las horas jugadas, los logros obtenidos, los dedos sudorosos y la aventura recorrida. Eso importa. Los videojuegos se disfrutan, se acaban y se guardan en nuestra memoria. Y si recordamos esas imágenes de los logros con una sonrisa en la cara, con esa sensación de que se enchina la piel, el videojuego habrá logrado su cometido. 

Como gamer, el amor inicia en la vista, pero al final, la grandeza del videojuego se define en los sentimientos que se mueven en nuestro corazón.

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