domingo, 22 de septiembre de 2013

Qué hice en GTAV y no en el mundo real.

Es el videojuego de moda y la mayoría de gamers que tenemos un PlayStation 3 o Xbox 360, ya lo adquirimos. El primer día de ventas recaudó aproximadamente $800 MDD siendo que habían previsto que fueran en realidad $1,000 MDD... En el primer mes; los $200 MDD restantes los consiguieron al tercer día.
Básicamente ser un criminal es lo principal en GTAV, aunque hay misiones que de delictivas no tienen nada, sin embargo la libertad que uno disfruta es tal, que iremos en busca de romper la ley. O bueno, de hacer eso que probablemente no nos atreveríamos en nuestra vida diaria.
Los Santos es el lugar donde el juego se desarrolla, la cual es en realidad la visión de Rockstar Games de la ciudad de Los Ángeles en California, Estados Unidos. Muy grande y llena de gente, súper transitada, y curiosamente no he encontrado a un sólo niño, solamente mujeres embarazadas. Ni ancianos. Hay vagabundos y de repente te encuentras policías. Cines, tiendas de armas, peluquerías, tiendas de ropa y strips club. Todo, hay todo.

Debo confesar que solamente tuve la oportunidad de jugar 2 de las 4 entregas previas de GTA, ya que mis prioridades de videojuegos eran otras o mis padres no me lo permitieron por el contenido. La serie de GTA es un mundo abierto donde todo se puede hacer, y como gamer muy curioso, decidí adentrarme en el juego para tratar de hacer ese "todo" que en la vida real no me interesa hacerlo.
No se preocupen, no hay spoilers en mi nota sin embargo es probable que a algunos no les parezca del todo lo que me aventuré a hacer; recuerden que es un juego y lo hecho ahí no refleja el verdadero comportamiento de las personas, solo una manera de divertirse.

1. Atropellar. Uno no puede ya ir manejando por la calle y chocar sin querer porque se bajan y lo retan a golpes. Un par de personajes con intenciones agresivas de pronto abren la puerta de MI coche (indignante!) y me bajan para gritarme varias groserías e inmediatamente golpearme. No soy una persona que le guste discutir y menos pelearme cuando todo se pudo arreglar con el seguro, pero esto había llegado demasiado lejos y tuve que tragarme mi enojo, subirme al carro y avanzar unos cuantos metros para tomar vuelo y de reversa, atropellar al par de valientes que se metieron conmigo. No señor, nadie me va a ridiculizar de esa manera y menos cuando mi reputación criminal está en juego. 

2. Fumar marihuana. La vida en las calles puede resultar muy complicada y sobre todo estresante. Lo menos que merezco es ver un poco de televisión en la noche antes de dormir, con la ayuda de un buen "churro" que me tranquilice, y me haga sentir en las nubes. No, no soy adicto, pero relaja muchísimo, y sirve para no despertar en media noche y así rendir al 100% para el día siguiente.

Distribuidores autorizados.
3. Volar. Un avión o helicóptero son opciones bastante viables y seguras, aunque una más cómoda que la otra. Sin embargo ambas maneras de surcar los cielos, no fueron suficientemente divertidas para mi. Un zepelín sí lo es. Piloteado y tripulado sólo por mi, porque así soy yo y no me gusta compartir con los demás la increíble vista que Los Santos ofrece desde las alturas. Precisamente lo hice después de atropellar sin intención alguna, a un par de policías que no pudieron evitar la tentación de hablarle a 38,272,847,262 compañeros más y empezar a atacarme. Mi solución fue la primera que se me ocurrió: subirme a un Zepelín y escapar. ¿En serio? ¿Qué pretendía? ¿Esconderme? ¿En un gigantesco globo y el único volando sobre la ciudad? De acuerdo, no pensé ni un poquito. Y gracias a eso, más mi cero habilidad para pilotear, es que caí en plena ciudad provocando miles de dólares en destrozos, sin mencionar la muerte de mi personaje.

La vista desde el dirigible es fantástica. 
4. Levantar prostitutas. A veces el cigarro de marihuana no es suficiente, sino un placer más bien carnal, es requerido. Y no es difícil encontrarlo, pues a la vuelta de la esquina están varias sexo-servidoras dispuestas a subirse al coche sin cuestionar nada más que la cantidad de dinero en mi cartera. Así de fácil se sube al vehículo (que robé por cierto), y manejo unas cuantas cuadras hasta donde haya un lugar sólo y oscuro para que la dama trabaje sin preocupaciones; nada empieza sin cubrir un costo de acuerdo a la calidad y cantidad del servicio. Y como no quise verme tacaño con la señorita, entonces accedí a pagar bastantes billetes. Sí, lo sospechan bien, servicio completo para desquitar el viaje y el gasto. En mi caso no hice lo que muchos gamers: matar a la mujer para además robar su dinero. No soy de esos.
¿Vale también la experiencia de haber ido a un strip club? Creo que sí, aunque cuidarse de que el guardia no me viera tocando a la dama hizo del momento uno no tan agradable, pues veía más hacia la cortina del privado, que las curvas prominentes de la bailarina exótica quien no paraba de aceptar mis halagos y congraciarse conmigo. Sin embargo mis $120 USD se vieron tirados a la basura cuando al final rechazó mi oferta de llevarla a su casa: “Cheetah no se acuesta con los clientes”. ¿Cómo fui tan tonto al pensar que la señorita carecía de moralidad y auto respeto?

El strip club ayuda a liberar tensiones.
5. Robar un coche. Nunca he sido fanático de los automóviles, pero no niego que son una necesidad para transportarse libremente. Pero como buen macho alfa en el que me he convertido, se me dificulta sobremanera dejar pasar la oportunidad de manejar un convertible, un jeep, deportivo, de lujo, carcacha, antiguo, camioneta, camión,trailer, de volteo. En fin, toda clase de vehículos que circulen por Los Santos. Y como soy una persona con recursos limitados e ingresos prácticamente nulos... Por poco lo olvido! Tampoco soy pro activo y no pienso ponerme a trabajar, entonces mi única opción es esperar un semáforo en rojo, decidirme por un vehículo que llame mi atención e invitar al conductor a que se baje; no me ha tocado uno sólo que acepte por más amable que se lo pida así que lo más sencillo es bajarlo a la fuerza, subirme e irme esperando que el conductor que se quedó en el asfalto, no sufra un accidente a manos de un chofer imprudente y descuidado.

A veces tendremos que romper un vidrio para abrir coches.
6. Manejar una motocicleta. Aunque no lo crean, no he tenido la oportunidad de manejar una pues no sé hacerlo. Solo me he subido y fue una de las mejores experiencias en un vehículo que he tenido. Pero en Los Santos hay muchas maneras de hacerlo y una de ellas consistió en subir a un teleférico (oh! Agregado a la lista), a lo más alto de la montaña, donde la vista es increíble, y que al parecer es frecuentado por pilotos de moto cross los cuales no saben que en la ciudad anda un loco atropella personas, buscado por la ley, armado y sin quehacer, cuyas intenciones son de robar esa motocicleta para dar un paseo por la montaña. El sujeto en cuestión soy yo, por si no lo habían notado. No sabía distinguir si la adrenalina era por robar la moto y mi subconsciente que ya sabía de mi poca pericia para manejar y la altísima probabilidad de que me atraparan, o de mi inminente muerte por lo ya descrito. La sensación de volar por los aires con la montaña debajo de mí fue indescriptible, pero acabó cuando me di cuenta que calculé mal la altura y caía hacia mi muerte. El resultado sería el mismo en ambos casos; y así fue. Pero la muerte no arruinó que regresara a volver a manejar una y otra vez entre rocas y arbustos, arboles y precipicios. No había disfrutado tanto del aire libre desde Skyrim.

La mejor manera de hacer motocross: en la montaña.
7. Portar armas. Fue una de mis favoritas, y a pesar de haber jugado decenas y decenas de videojuegos donde uno carga con armas, debo aceptar que la experiencia que se vive en GTA lo hace muy peculiar. Y es que uno inicia con una pistola de esas muy pequeñas que hacen más ruido que daño, la cual pasa al olvido en cuanto avanza en misiones pues se desbloquean otros productos puestos a la venta en las tiendas de armas muy bien identificadas en Los Santos.
En un principio al entrar a las famosas tiendas lo único que me encontré disponibles fue ropa, refrescos a $1 USD, munición para mi pistola y granadas. Pero eso sí, había mínimo unas 20 armas entre las cuales destacaban fusiles y metralletas de esas que pesan más que una pierna pero no disponibles. ¿Mi dinero no vale? ¿No puedo yo estar a la altura de los demás matones que rondan la ciudad con semejantes bazucas? Me sentí como Will Smith en “Hombres de Negro (Men in Black)” cuando Tommy Lee Jones le da una mini pistola, solo que la mía no provocaba el mismo daño. Cuando ya pude regresar a comprar armamento de gente grande mi seguridad se incrementó pues ya no era el mismo. Ahora cuando algún desquiciado conductor se interpone entre mi destino y yo, y resulta en un choque, al bajarse para discutir y golpearme yo actúo de la manera esperada: saco mi metralleta automática con cartucho ampliado en un color negro mate (la hace ver muy discreta) y le apunto directo a la cabeza. Desgraciadamente solo veo las espaldas de mis agresores pues corren con un pavor nunca visto. La mejor parte del día, y nunca falla en provocarme una gran sonrisa. O también cuando entro en contacto con mi lado civilizado y bueno, que incluso detengo asaltos a mujeres indefensas, las cuales reaccionan de muy buena manera al matar a su asaltante. Me hace quedar bien con ellas y es una manera de lavar mis pecados.

Los tiroteos siguen siendo mi parte favorita.
8. Carreras clandestinas. A esto también puedo añadirle manejar un coche tipo Ferrari, pues en Los Santos no llegan las marcas reales, pero sí algunas muy parecidas y hasta parodias (iFruit es una de ellas). Después de conseguir el súper automóvil con motor más que potente, achaparrado, con llantas hiper delgadas y un escape realmente sonoro (y robado también), es hora de entrar a las carreras clandestinas manejadas por un asiático, y cabe destacar que los estereotipos están en todos los rincones del juego, la cual es obviamente una misión que debía de ganar. Toda vez que me había trasladado por la ciudad hasta la línea de partida, me enfrenté al momento de la verdad, pues hablando honestamente soy bastante malo para manejar. Arranco el coche y como un auténtico piloto profesional empiezo a quemar llanta esperando no despertar al vecindario, y sin darme cuenta estoy ya rebasando uno tras otro a los demás coches, lo cual no me asegura ningún éxito pues nunca falta el conductor poco precavido que al ver que vienen 3 ó 4 autos a toda velocidad, no se inmuta y mantiene el pie en el acelerador. Está por demás decir que la colisión es extrema pero afortunadamente no muero y mi vehículo sigue funcionando a la perfección. Sobre la vida del otro piloto en verdad no puedo hablar mucho, la apuración no me permite bajar a ver su estado de salud… ¡Tengo que ganar una carrera! ¡No soy enfermero o médico! Después de varios intentos (recuerden que soy pésimo manejando carros) logro cruzar la meta antes que todos. El dinero y el orgullo son míos y me aseguraré que así se mantenga. Por eso ya no entro en esas carreras; es mejor retirarse en la cima.

Que sean en la noche dificulta mucho correr.
Son apenas 8 experiencias que no muestran nada de lo que es el juego. Me ha tocado pasar por muchas otras pero estas creo que son las que hasta el momento me gustaron un poco más quizá por que no las he vivido realmente; algunas van en contra de mis principios, y otras por falta de oportunidad (quizá no la he buscado bien). Como sea, es bueno tener un videojuego donde se pueda hacer varias de estas actividades porque es divertido verlas en la pantalla, con el extra de los diálogos que incrementan a veces lo chusco del evento o misión. El humor negro y sarcasmo no falla en GTA V, al igual que los delitos y todos los aspectos nocivos de una sociedad.
Afortunadamente es un juego (excelente por cierto) y que como gamer, así lo tomo, parte de mi diversión, de mi esparcimiento y también como método para olvidarme un poco de las responsabilidades, de darme un tiempo para mi (ya sé que en mi caso es más del normal) y meterme en el cuerpo de un personaje ficticio cuyo propósito más que matar, drogarse, abusar de algunos, robar, escapar de la policía, pilotear un tanque y más, busca sacar ese otro yo que está muy metido en nosotros, que opta por opciones civilizadas pues no persigue una vida así: delictiva y con problemas legales.
Es divertido portarse mal, es más divertido portarse sumamente mal en un juego donde ponernos los zapatos de Franklin, Trevor y Michael, le quitan monotonía al diario andar y mitigan nuestros deseos e impulsos locos de matar.


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